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Capítulo 7. Selección, la madre de todos los bailes

Una buena selección de canciones con ritmo marcado y groove es condición necesaria, pero no suficiente, para una memorable sesión de baile. Una vez elegidas, hay que ordenarlas adecuadamente, y eso no es una cuestión accesoria. Volvemos aquí a hacer referencia a Nick Hornby y su “Alta Fidelidad” porque el protagonista y sus colegas grababan cintas de casete (entonces era así) con canciones que cuidadosamente elegían y ordenaban según la intención, según fuera el objetivo que se perseguía con la cinta. En algún momento el protagonista indicaba que para grabar una buena cinta había que seguir “un montón de reglas”. Eso no ha cambiado, las reglas permanecen, aunque varíe el soporte o los elementos tecnológicos de que ahora disponemos.


En primer lugar aclararé algo que ya se comentó, aunque no en detalle, en el capítulo titulado “Los milagros no existen. Pon de tu parte”. Se decía allí que para disfrutar de una sesión de baile, para alcanzar esa sensación de libertad que no conseguimos de otro modo, hay que estar motivado, “in the mood”, hay que salir decidido a bailar. Malo será que no se baile si se tiene la intención de hacerlo.


Por tanto, aclaro, no estamos hablando de pasarse por un local a ver qué cae, a ligar o simplemente a pasar el rato. Todo eso me parece muy, muy bien, pero nada tiene que ver con el asunto que aquí se trata. Y es que el baile, así entendido, no le interesa a todo el mundo. Asumámoslo, hay bastante público que frecuenta locales con otros objetivos, muy respetables, pero no va en busca de esa sensación de libertad que sólo el baile proporciona, búsqueda en la que aquí estamos empeñados como si persiguiéramos el santo grial.


Salgo a bailar y asumo que el DJ va a disponer de una selección de temas bailables que me va a ir lanzando a su modo. Esto es muy importante, a su modo, que es lo que busco, alguien que me haga bailar a su son. Tengo claro que el DJ es el maestro de ceremonias, que ha preparado su sesión y yo me bailaré lo que el DJ pinche, con respeto. Como cuando me invitan a comer en casa ajena, agradezco al anfitrión su cocina y siempre termino mi ración.


No comparto esa, bastante generalizada, opinión que atribuye al DJ toda la responsabilidad de que se mueva la pista, y le carga con la culpa si “el público de hoy” no baila con la disculpa de que “esta noche pedía otras canciones, otro estilo”. Nada. Pamplinas.


De nuevo hago referencia a la filosofía de Club Gordo, de Valencia, que no anuncia los nombres de los DJ invitados porque considera que todos los que pasan por su sótano han hecho su trabajo previo, durante años muchas veces, y van allí a soltarlo en una sesión de baile. Y yo, como cliente, como “clubber”, sé a lo que voy, a bailar, y procuraré entender al DJ, meterme en su mundo, estaré atento para disfrutar de su sesión, que es lo que quiero, lo que busco.


Y llegado este punto creo que merece la pena abordar el tema de cuánto debe durar una sesión de música de baile bien empaquetada. Pues, va en gustos, lógicamente. Una de las buenas cosas que creo que suceden en los festivales de música, tan populares ahora, es que, salvo los cabezas de cartel, la mayoría de grupos tocan durante una hora o algo menos. De esta forma, cuando hay un buen repertorio, los shows son magníficos, y cuando no, se sufre poco. De este modo es más fácil para el espectador separar el polvo de la paja.


En lo referente a las sesiones, aplico el mismo criterio. No soy partidario de que se extiendan demasiado, como suele suceder muchas veces, y considero que dos horas es un tiempo suficiente para apreciar la personal sensibilidad de un DJ. Mi gusto personal tiende incluso hacia sesiones todavía más cortas, eclécticas, en las que puedan encontrarse distintos estilos musicales. Me parece positivo desde todos los puntos de vista que el bailarín disponga de cambios de registro durante una sesión.


A este respecto, mencionaré dos buenas experiencias recientes, dos DJ set en el mismo lugar, Vilanova i La Geltrú, 2019. El show de Todd Terje, con dos horas de variedad y elegancia en las mezclas que no olvidaré fácilmente y que me las pasé bailando en el único lugar posible en aquel escenario, ese metro de suelo de rejilla que hay junto a la valla que separa al público del escenario. Y el de Bronquio, también en el Vida Festival de ese año. Una hora. Una locura. No hace falta más. Aquello de Bronquio fue un ciclón que si dura dos horas no sé qué hubiera sido de nosotros. Era el final del festival, a última hora del sábado noche, cuando ya se anda cansado y tienes el “blues” de que aquello acaba y al día siguiente hay que regresar, y para colmo el suelo del público en ese escenario era pura gravilla. Pues con todo eso, qué final, qué buen sabor de boca. Maemía!!!


Miqui Puig también pone su límite en dos horas y media “porque me canso, es mucha la concentración, le pongo mucha intensidad. Pero hay sesiones de seis horas. Entiendo que esto es relativo


Esto no quiere decir que no disfrute también con una sesión de esas enormes, por su belleza, de Laurent Garnier, pongo por caso. De hecho, una de las sesiones que más he disfrutado es la parte primera de una reciente sesión “all night long” grabada en Tokio en Noviembre de 2019, cuya duración es de más de tres horas y media y que enlazo a continuación.


De esta misma sesión hay una segunda parte también disponible en Soundcloud con una duración semejante. Me encantó, y sólo ofrece música electrónica, techno, básicamente, pero si puedo elegir, resumiendo, me inclino hacia las sesiones más cortas y de mayor variedad de estilos.


Amable conoce bien esto: “Antes de que la música estuviera al alcance del click para cualquiera, el DJ era un prescriptor, ahora ya no es así, pero yo intento estar a la última porque siempre me ha gustado renovarme, porque en una sala como la Razzmatazz, de más de 1.500 personas de capacidad, tienes que hacer bailar y disfrutar a todas, entonces no puedes poner cosas aburridas y que la gente esté parada mirándose a la cara o al suelo. Pongo novedades y también hits de siempre, hay que conseguir que se mueva y disfrute, rectificar si se ve que no, estudiar la gente, abrirse a todo y darle tu toque personal para conseguir una sesión con cierta dinámica. No dar más de lo mismo sino un collage de todos los estilos. No quiero hacerme repetitivo y que todo suene igual durante dos horas. Hay que hacer un balance, buscando algo ecléctico para no cansar al personal. El público lo acepta bien, pero es cierto que el que va a una sesión mía, la mayoría, ya espera eso


Otro asunto que vale la pena abordar aquí es la conveniencia o no de que los temas se incluyan en su integridad, asunto este que ha sido objeto de conversación con amigos y hay diferentes opiniones al respecto. Yo creo que hay buenos temas para bailar que, por motivos diversos, no aguantan su inclusión íntegra sin que la entidad armónica de la sesión se resienta y, por tanto, mi gusto personal pasa por hacer cirugía y cortar por lo sano. Sin rasgarse las vestiduras. Hay canciones válidas para bailar que tienen una intro inadecuada, una parte central que no encaja, un final difícil de combinar con el siguiente tema, etc. Por no hablar de los temas de electrónica creados directamente para bailar, que suelen tener partes repetitivas, intros demasiado largas que, en general, conviene aligerar. El bailarín disfruta más si dispone de opciones, si sus posibilidades de expresión aumentan con los matices que ofrezcan las canciones. Y son esas partes las que hay que buscar, encontrar y enlazar. Esa selección es lo que distingue al DJ.


Hay mucho trabajo que hacer en casa, mucho, antes de ir a pinchar una sesión. Si ese trabajo se ha hecho, si el DJ tiene la maestría que da el conocimiento, las horas y horas ensayando, probando temas, mezclas, ecualizando sonidos de canciones distintas, si acumula esa experiencia entonces, y solo entonces, se puede improvisar porque se gana en intuición y se pueden hacer cosas grandes en directo que antes no se hayan ensayado, pero creo que una buena sesión siempre va precedida de un gran ejercicio de preparación, y en las grandes sesiones, de años de entrenamiento.


Hace ya unos años, en el festival Sonorama, de Aranda de Duero, cerraba el día, la noche más bien, ya de madrugada, en un “back to back”, Amable, que como habéis visto colabora aquí aportando sus opiniones. Recuerdo que sus mezclas nos dejaron a cuadros en, prácticamente, todas las entradas. Obviamente, Amable no sabía lo que el otro DJ le iba a dejar para enlazar, ya que en este formato cada DJ pincha la canción que cree que le encaja a la anterior, y lo hacían por turno escrupuloso, una y una. Mi hijo, que me acompañaba, y yo no nos lo podíamos creer. Estuvo enorme, incontestable. Cada entrada suya nos sacaba un oh de admiración. Su experiencia, su conocimiento es lo que hace que parezca “improvisar” lo que él ya ha hecho cientos de miles de veces antes y que tenga la intuición de cómo, dónde y con qué tipo de canción enlaza lo que en ese momento esté sonando, sea lo que sea. Sólo improvisa de verdad el que es un maestro, los demás, simplemente, salen del paso.


Seguro que el siguiente enlace os da una mejor idea de lo que estoy tratando de explicar. Una grabación donde se aprecia el trabajo en un “back to back” de Carl Cox y Fatboy Slim en Saatchi Gallery, Londres. https://youtu.be/JL3b_fewO08


Para que, finalmente, se empaquete una buena sesión, hay que hacer un enorme trabajo previo. Seleccionar los temas que podrán formar parte de una sesión es la gran labor, amigos, la madre de todos los bailes. De todo lo que tenga que hacer el DJ, esto es la base, el fundamento. Creo que no se debe ser tolerante en este punto y dejar que en tu discoteca de música para bailar se cuelen canciones que “no estén mal o que pueden valer”. No se deben admitir medianías. Si eso sucede, el resultado se va a resentir sin duda ninguna.


José Mardi, de Splendini Bar i Discos, me comentó que “si tienes música para compartir, hay que conocerla bien. Lo normal es que la pruebes, que le hagas tests. Para mí, la función del DJ no es sólo divertir, también educar, y hay que seleccionar las canciones. Es importante que haya un background que te haga conocer y, luego, seleccionar música para pinchar. La selección es la base, y hay quien puede permitirse seleccionar y hay quien no puede porque, dependiendo de donde vayas a pinchar, de si dominas o no esa escena, tendrás que seleccionar unas canciones u otras. Igual triunfas en una escena y en otra no porque sólo tienes esa música. Yo, a pesar de pertenecer a una escena, no cerrada, pero sí con bastantes códigos, llevo pinchando desde finales de los 80 y he pinchado de todo, entonces escuchas, estudias las canciones, son fundamentales…..Hay canciones muy chulas, que tienen groove, pero después no funcionan en la pista. Entonces, yo, directamente, no las pincho más. No hace falta probarlas en muchos sitios


Todos los temas que se elijan de una discoteca, de una biblioteca, tienen que pasar “con nota” la revisión de ritmo marcado y groove. En esto hay que ser muy exigente. Si se duda de una canción, esa se queda fuera, no dentro.


He insistido en ese punto porque hay mucha labor que hacer todavía antes de ser capaz de pinchar una buena sesión. Si algo fallara durante la sesión, mejor que sea algo rápido, pasajero, momentáneo, un pequeño desliz, pero que no se tenga que escuchar una canción mediocre para bailar que dure varios minutos. Eso no.

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