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Capítulo 14. Fin de fiesta con DJ y discomóvil

Este título, escrito así o de modo similar, se ha convertido en una de las líneas más repetidas en los programas de festivales, noches de verbeneo, fiestas patronales, celebraciones de barrio, petardeo fallero, bodas y similares.


Asumo que la discomóvil está presente tan a menudo, como casi todo en la vida, por una simple cuestión económica. Es más barato que un grupo de músicos y seguro que sonarán las canciones favoritas del personal, que muchas veces se da o tiene que darse por satisfecho con algo de barullo festivo y una barra cerca que dispense alcoholes sin receta. Total, qué más da, no quiero más dramas en mi vida, a quién le importa.


Nada tengo en contra, líbreme dios, de que el momento de diversión más habitual en nuestro actual modo de vida, Covid aparte, sea, precisamente, con un DJ y, sin embargo, casi no he pensado en ninguno de esos eventos mientras trabajaba en este proyecto, creo que hay motivos y no voy a extenderme más.


El único evento de los arriba mencionados que sí considero que hay que abordar es la inclusión del DJ en los carteles de festivales no dedicados íntegramente a música electrónica, ya que en estos últimos su presencia es prácticamente exclusiva.


Es un hecho que DJs como The Chemical Brothers, DJ Shadow y un largo etcétera han encontrado en los grandes escenarios de festivales un lugar apropiado para mostrar un espectáculo audiovisual conceptualizado para brillar en ese formato, pero estos shows, que pueden ser magníficos, poco tienen que ver con la labor comentada aquí del DJ que pincha canciones para bailar. Estos súper-shows son espectáculos de artistas que muestran su propia música y que son programados en el horario que corresponda a su tamaño de letra en el cartel, compitiendo con grupos de su mismo nivel de convocatoria.


Lo que sí hay que celebrar es que los festivales incluyan a DJs entre las propuestas artísticas que ofrecen a los aficionados a la música. Esto me parece estupendo, pero es cierto que también está incluyéndose, y ha ido a más desde el comienzo de este siglo, un DJ a nivel de estrella de la noche y cerrando la programación de los festivales. Si también es por razones económicas, como decía más arriba, no lo sé, quizás, pero, en mi opinión, se está creando un feo paralelismo con lo comentado al principio de este capítulo sobre la discomóvil como forma de diversión elegida para el final de todo tipo de saraos, ya que considero que esto afecta a la percepción de la propuesta por parte del asistente. A esas horas de la madrugada, miles de personas, en ocasiones muchos miles, ya han visto y oído grandes shows. Entonces, qué tiene que hacer un DJ para poner a ese público a bailar en un descampado o en un terreno asfaltado que se utiliza como parking el resto del año.


Ante este panorama, dado que la gran mayoría del público no percibe adecuado la sola presencia de un DJ con su mesa porque ese enorme escenario parece desangelado, y lo está, algunos DJs han optado por una propuesta que incluya otros incentivos que puedan satisfacer las expectativas de mayores masas de público. Esta deriva hacia que el DJ tenga, necesariamente, que ofrecer espectáculo es la que puede conducir hacia un camino sin retorno. Se va inflando la burbuja y luego todos sabemos lo que pasa.


Sobre el DJ como estrella de la noche y atracción de masas, Amable tiene una posición: “actualmente está sobrevalorado y muchos necesitan adaptarse visualmente. Ya sabes, confeti, espectáculo lumínico, visuales, coreografía….Yo prefiero algo más discreto, siempre he considerado que lo importante es la música que pongo y no el espectáculo que pueda ofrecer desde un escenario, prefiero que se concentren en la música y el baile


De modo parecido se expresó Miqui Puig cuando tocamos este punto, “….se va mutando, yo tengo 52 años y no quiero ver DJs que tiran confeti y que meten remixes con el bombo a negras, quiero ir al Sonar y meterme en la habitación oscura del James Murphy a escuchar rarezas de los setenta…..En los fines de fiesta de los festivales se programan DJs mainstream, y no lo critico. Cada uno tiene que consumir lo que le interese. Y si a ti no te gusta y hay cinco mil personas bailando, igual el problema lo tienes tú”


Habréis visto que ambos DJs han incluido el “momento confeti” en su comentario a este respecto, y es que cuando alguien ve esos fines de fiesta en los festivales con fuegos artificiales y cuando se repasan los precios que se pagan por entrar a las discos de Ibiza se puede llegar a pensar que todo el monte es orégano y que el DJ y su música para bailar tienen el futuro asegurado, pero los que acudimos a bailar a los clubs sabemos que no es así.


Esos DJs que capturan la atención de grandes masas a base de fuegos artificiales están creando eso, un artificio, un espejismo similar al que se puede ver cuando se contabiliza el gran número de festivales que se realizan y las muchedumbres que asisten, para que, después, la realidad muestre que las salas de conciertos, no sólo en Valencia, tienen problemas, e incluso acaben cerrando (Covid aparte), porque muchas de las actuaciones que ofrecen no cubren gastos. Promotores y propietarios de locales demostrando tanto amor al arte como los artistas y sus fans.


Yo no conozco el fenómeno de los DJs en festivales”, me comentó José Mardi, “no lo he vivido, no he ido a esos festivales, nunca he ido al FIB, no he vivido el mundo de la electrónica más mainstream, que es donde van miles de personas, de modo que no sé muy bien. Creo, no obstante, que pinchar en un club para 500 personas puede ser más difícil que hacerlo en uno de esos eventos de tantos miles porque esos 500 han ido allí por algo concreto, buscan algo diferente, y hacer una sesión especial para ese público cuesta sudor y lágrimas, y mucho dinero, y en el mundo mainstream creo que no es así, porque la tecnología facilita mucho la labor y el público se mueve en otras coordenadas. Es posible que poner el oído en esos eventos sea algo secundario. Yo he visto gente poner discos pequeños en clubs para pocas personas y he dicho, qué gusto más bueno, qué bien, qué clase tiene poniendo discos. Pero, ¿quién es mejor?, ¿el que pone esos discos y no cobra nada, pero la semana siguiente igual pincha otros igual de buenos en otro club o el que cobra 12.000 euros y mueve 20.000 personas?


Por lo que yo sé en lo que referente a música para bailar en esta ciudad, ofertas de colectivos como el de Club Gordo en Techno & relatives o el de The Basement, más orientado al House, siguen siendo modestas a la hora de ganar adeptos para la pista de baile, aunque ambas propuestas son de gran calidad y han demostrado gran amor por lo que hacen, amor al arte, otra vez.


Creo que todavía somos muy pocos los que hemos descubierto en el arte de un buen DJ ese empujón, esa ayuda indispensable que nos envía desde su cabina para lograr una sensación de libertad que de ninguna otra forma se alcanza igual como cuando se baila sin inhibición, prejuicio ni remordimiento una buena canción con ritmo marcado y groove.


Me parece oportuno incluir aquí un comentario de Miqui Puig: “….son tantas cosas y es tan subjetivo que, al final, creo que hacer bailar es un ARTE. Un arte en el que no me considero ducho. Lo hago bastante bien, pero no soy de los mejores del mundo. La gente que pretende trascender, no lo hará nunca. No se trasciende por propio deseo. ¿Cuántas personas son consideradas leyendas hoy, pero acabaron su vida en la miseria? ¿Cuántos artistas escribieron sus obras maestras teniendo que mendigar para comer, etc, etc? Sin embargo, hay gente que ha nacido para hacer esto, para hacer bailar. Durante dos horas, un DJ hace feliz a la gente. Eso no tiene precio


Igual va y resulta, oh, sorpresa, que este arte, el arte de los DJs, no va a ser distinto de otras disciplinas y, como ha ocurrido muchas veces en la historia, sólo una minoría se siente atraída por él. Si, lamentablemente, así fuera, todavía tendrá más sentido haber tratado de explicar, muchas veces con canciones, cuáles son los motivos que ponen un cuerpo a bailar al son que toca alguien desde una cabina. Ese alguien es, como me comentó Amable, “un DJ que está convencido de la música que va a compartir, que no tiene dudas de su calidad y que se arriesga, poniendo así también nuevos retos al bailarín


Personalmente, no tengo ninguna duda de que el DJ que se toma en serio qué canción va a ser la siguiente en sonar y cómo la va a pinchar, merece respeto y reconocimiento por su incuestionable trabajo y su capacidad artística, por contribuir al progreso social divulgando la cultura popular y por facilitar la búsqueda de la libertad a través del baile.


Hablando de respeto, creo que este comentario que me hizo Miqui Puig cobra sentido aquí: “Los mayores son nuestros mayores por alguna razón. Yo siempre digo que, en la BBC, cuando hay que comentar algo al respecto de una crisis, el periodista que lo hace tiene más de 50 años, ¿sabes? Porque hace falta tener un bagaje. Cuando la gente joven asiste a una sesión de un DJ de más de 50 años, puede haber dos puntos de vista, aquel que dice ¡vaya vejestorio! o el que piensa ¿qué pasa aquí? ¿a ver, este señor qué pincha?, porque ese señor tiene su propio bagaje y eso es irrepetible”


El propio Miqui Puig me dijo cuáles han sido “sus mayores”, sus DJs de referencia, y qué artistas actuales le gustan: “Lluis Cocurull tenía un programa de radio en Radio Granollers cuando en el instituto nos dejaban poner música en clase de dibujo. Fue DJ de Privat en Barcelona y a mí me abrió una puerta, me inició desde mi juventud, un DJ local. A nivel internacional me gustó mucho Andy Weatherall, porque he crecido con él, su manera de entender el baile casaba conmigo, le gustaban las guitarras, el post punk, el ritmo en 120 BPMs, pero yo también he bailado a Sideral, a Coco, a Angel Molina, una de las sesiones que más he disfrutado en mi vida fue con él, que pinchó solo techno pop, aunque también hay una parte de la sesión de la que no me acuerdo (risas)….De la actualidad, como productora y DJ, me gusta mucho Peggy Gou, una joven surcoreana, muy elegante produciendo tracks”


También Amable ha hecho diabluras para seguir a sus DJs de referencia: “Fran Lenaers, DJ mítico de la sala Spook Factory de Valencia. Aprendí mucho de él en los últimos 80 y cada vez que podía me pegaba mis excursiones desde Barcelona hasta Valencia y me pasaba horas mirando desde el extremo de la cabina, flipando al ver cómo trabajaba y las virguerías que hacía con los primeros platos Lenco de correa. Intentaba aprender conceptos, mientras mis amigos se lo pasaban bomba saltando en la pista. Otro que me gusta es Laurent Garnier, al que tuve la oportunidad de ver por primera vez en el ’94, en una rave a la que me llevaron cerca de Tolouse. Un DJ elegante, preciso e innovador como pocos. También me gusta Erol Alkan y aprendo mucho de mis compañeros de cabina o con los que me ha tocado compartir sesiones: 2ManyDj’s, Legoteque, Gato, Sideral, Hal 9000, Ley, Nacho Ruiz, Suzukid, Smart, Cristian Set Roc, Maadraassoo, ElyElla,....”


Finalversion3 comenta que: “si tuviera que quedarme sólo con dos DJs serían Óscar Mulero, al que considero el mejor DJ de Techno de la actualidad y posiblemente uno de los mejores de la historia. Su manera de construir las sesiones es impecable, utilizando los temas como herramientas que se complementan a la perfección. Ha ido puliendo su estilo a lo largo de los años y cada día es mejor artista. No es que sea el selector más variado, más o menos se mueve en un estilo bastante cerrado pero también es capaz de realizar formidables sesiones específicas como la Boiler Room de “The Sound of Belgium” . Y también Donato Dozzy, que es un productor y DJ elegantísimo, con una maleta amplísima que abarca multitud de estilos: desde ambient a acid, techno, deep techno, house, synth pop, downtempo, trip hop….todo lo que hace es una maravilla. Su cierre en Parallel 2019 fue una de las mejores sesiones que he vivido jamás. La lluvia y el cansancio acumulados tras los tres días de festival no consiguieron echarnos”


José Mardi también recomienda algún DJ, aunque “los DJs que me gustan no los suelen conocer ni en el barrio donde viven. Dentro del soul hay gente que tiene muy buena música y sabe ponerla. Hay un dentista del norte de Manchester, David (pronunciado Deivid) Ripollés, con antecedentes catalanes, que tiene una colección de las mejores del mundo a nivel de calidad y rarezas, y cuando él pone discos, independientemente de que los conozcas o no, te hace flotar, vuelas,….soul, disco, rare groove, ese tío es un mago…….a nivel de dentro de la escena, Keb Darge me gusta mucho, hizo una sesión en Londres todos los viernes durante años, yo estuve en un par de ellas, en el club Madame Jojo´s, soul y funk, el ambiente era electrizante….A nivel nacional hay gente que pincha muy bien y no deja indiferente a nadie, como JADD, un histórico, con una clase excelente. En Barcelona, Edu Domingo, un DJ que es clave en la escena. En Valencia hay gente anónima que me ha enseñado mucho, Félix Portalés, Jordan Mirchev,….Cristian G. Martí, en otra escena, es muy bueno, es un crack pinchando, hace lo que le da la gana. Jorge Depanachi que pincha electrónica tiene mucho gusto y también te eleva….hay muchos, desconocidos, anónimos, la lista sería infinita”


Por mi parte, podéis suponer que los DJs que ya he mencionado a lo largo del texto son favoritos, y también estos cuatro gigantes que aceptaron mi solicitud de colaboración y a los que llamé porque los considero, sin duda, sobresalientes en sus respectivos estilos, pero hay muchos DJs poco o nada conocidos que te sorprenden y alegran una noche porque tienen personalidad, conocimiento y buen gusto a la hora de pinchar. Recuerdo dos experiencias recientes e inesperadas que me han hecho disfrutar mucho del baile en sala. La primera fue en Club Gordo, que siempre garantiza la sorpresa porque no anuncia los DJs que van a acompañar a los residentes habituales, un viernes en Abril de 2018. Hacia las tres y media, en el segundo turno, entra Zona, un DJ de techno con una colección de discos que nos dejó locos, un maestro desconocido para mí hasta esa noche. La segunda fue durante una fiesta que organizó el DJ valenciano, Toxicosmos, que celebró un aniversario de su programa de radio en la discoteca Play después un concierto de la gira VAVL de León Benavente en 2019, y la gozamos bailando lo que nos pinchó, muy elegantemente, Abraham Boba, al que descubrí en esa faceta aquella noche inolvidable.

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