Como sabemos, aunque el volumen de la mesa del DJ esté a tope, los dB no superarán el máximo permitido en el local, por lo que sólo en contadas ocasiones se puede disfrutar el nivel de intensidad de sonido óptimo para que la música te lleve en vilo hasta el mejor espacio disponible en la sala para bailar.
Razón de más para que el DJ tenga, forzosamente, que hacer valer sus armas, las que impactando en un humano en reposo lo convierten en bailarín. Y las mejores armas del DJ son, sin duda y lógicamente, su selección de canciones y temas para bailar. Si se va fuertemente armado, si se ha escogido bien en el arsenal de canciones aquellas que son bailables, malo será que no se consiga facilitar la expresividad de ese cuerpo, ahora en movimiento, y de ese modo ayudarle a alcanzar esa sensación de libertad que nuestra especie busca sin descanso.
Se trata, pues, de elegir música que incite a bailar, lo que conduce inmediatamente a preguntarse qué tienen de especial esos temas, esas canciones bailables, y qué las diferencia de otras. En mi opinión, la buena música para bailar contiene una mezcla, en proporciones variables, de dos componentes: ritmo marcado y groove.
El ritmo es parte inherente a la música. Los ritmos más familiares, los populares, mantienen cadencias habitualmente identificables por un sonido, un pulso o “beat”. Son los ciclos repetidos de esos beats, su ordenación y, sobre todo, su énfasis, lo que hace que sean mejor entendidos e interpretados por el oyente. En la música para bailar, lo más habitual es que ese énfasis, esa acentuación del beat lo “marque” la batería o un simulador electrónico.
Un tema que tenga bien “marcados” algunos de sus beats, alternándolos, por ejemplo, produce ciclos rítmicos que facilitan el baile. Para medir el tempo, la velocidad a la que van a sonar esos ciclos, se utiliza el número de pulsos por minuto, Beats Per Minute (BPMs)
Un ritmo bien marcado que se repita en un rango adecuado, un rango “natural”, es la base y el primer componente de la música popular que se usa para el baile. Ese rango natural está alrededor de 120 BPMs y los equipos que suelen utilizar los DJs para reproducir su música son capaces de identificar y visualizar en una pequeña pantalla el momento en que se produce cada uno de esos beats y su número de repeticiones por minuto (BPMs). Ese ciclo repetido, ese ritmo marcado va a ser una herramienta esencial que debe manejar con destreza un DJ.
El término “groove”, que se ha utilizado para definir el segundo componente que debe contener un tema para ser considerado bueno para bailar, tiene su origen en el jazz de los años 30, en un modo de tocar el swing que facilitaba al oyente seguir un “surco”, una senda imaginaria que el músico era capaz de crear para que la audiencia pudiera seguirla y bailar.
Más tarde se aplicó el término de modo similar al funk y al soul, y después, ya en los 90, al house, otro derivado de la música negra, hasta invadir todo el territorio de la música de baile, y ahora se suele aplicar el término groove cuando la música contiene un patrón armónico que suele repetirse y que es capaz de generar una sensación intuitiva que facilita la expresividad en el que escucha, en nuestro caso un bailarín que interpreta ese patrón a su modo y lo convierte en un ciclo de movimientos.
En el lenguaje del bailarín, la expresión corporal que utiliza para comunicarse en la pista, el ritmo es la métrica que acompasa los cuerpos creando un escuadrón de danzantes unidos por el beat, mientras que el groove es la poética que los adorna, enriquece y diferencia, dotándolos de una expresividad individual impredecible fruto de la sensación de libertad que experimentan al bailar.
José Mardi coincide, básicamente, aunque añade: “debe tener ritmo marcado, groove y una buena producción. Esto debe tener una canción bailable de cualquier estilo musical”
Amable, destaca también la importancia de que los temas para bailar ”tengan ritmo marcado y groove….”, pero añade algunos elementos concretos en el sonido, “….buenas líneas de bajo, graves y subgraves”
Es interesante, y curiosa, la importancia de estos sonidos graves al bailar. Cuando yo mismo preparo sesiones, la modificación más frecuente que realizo a la mezcla original de los temas es potenciar los sonidos graves. Y es absolutamente cierto que ese golpeo acolchado que sale de los “subwoofers”, los altavoces específicos para reproducir fielmente los sonidos más graves, normalmente colocados a ras de suelo en las discotecas, ha permitido que esas frecuencias bajas sean ahora bien percibidas, y si no se dispone de esos equipos la sensación que el bailarín experimenta cambia, no es tan satisfactoria.
En cualquier caso, un buen tema para bailar permitirá que, en función del momento, el bailarín siga el beat o busque cualquier “surco” del groove para facilitar su expresión corporal. Cuantas más opciones de “enganche” tenga el tema, cuantos más elementos le permitan seguirlo intuitivamente y sin esfuerzo, mejor.
“El groove, según comenta Miqui Puig, es importante y se puede lograr con un bombo, un bajo y poco más o también con una superproducción. Estamos asistiendo a un momento en el que se hacen tracks de baile como churros porque hay tecnología sencilla que lo permite, programas que permiten unir samplers fácilmente, pero yo sigo diciendo lo mismo, las canciones son buenas o son malas, no existen algoritmos para hacer una buena canción o un hit porque nadie lo sabe. Los hits lo son por mil circunstancias. I Will Survive, de Gloria Gaynor (1978) / 118 BPMs, era una cara B de single que les permitieron meter como concesión, pero la ponen en Studio 54 y la comunidad gay la adopta como su canción para el hedonismo, la comunidad latina como un himno de supervivencia, y hasta hoy. Nadie lo predice”
La opinión de Finalversion3, dado el género en el que es especialista, añade matices de interés en lo que respecta a qué distingue la buena música para bailar: “creo que para bailar es importante que un tema sea lo suficientemente repetitivo como para poder aprender e intuir qué viene a continuación y así poder sincronizar tus movimientos futuros con la música, pero lo suficientemente inesperado como para mantenerte en vilo esperando a los cambios. Pero también se puede bailar mucho con una sesión de temas de Deep Techno atmosférico sin ser necesariamente un estilo muy percusivo o groovero….hay que entender que en una sesión los temas no funcionan como elementos independientes sino como partes de un todo, y ese total puede ser algo único e irresistible para el baile”
Vamos a dejar ahora que sean elocuentes las propias canciones y escucharemos algunos temas de diferentes épocas, estilos y tempos que yo considero buenos para bailar.
Empecemos con uno bien claro, casi paradigmático, que creo que no ofrece dudas. Prowlin´ / The Whitefield Brothers (2009). El tema tiene un beat de batería que lleva el ritmo claramente marcando uno de cada dos, con una cadencia muy lenta, alrededor de 80 BPMs. La guitarra y el bajo trabajan de modo que resaltan más el beat, mientras que a lo largo de todo el tema entran y salen continuamente líneas de teclado y otros patrones rítmicos con “shaker” que lo dotan de un groove sensual, caliente, sinuoso como si se acercara una serpiente cascabel. Un tema irresistible a pesar de su cadencia lenta. De hecho, no es fácil que las canciones en ese rango de BPMs cumplan los mínimos para ser considerados bailables, pero aquí, aparte de la intención con que se golpea la batería, de cómo marca el ritmo, es el groove el que hace que este tema se pueda bailar.
Creo que, paradójicamente, si se construye un tema tratando de que todos los instrumentos estén al servicio del beat, de ese ritmo marcado, existen más posibilidades de que acabe teniendo la magia del groove. Esto ocurre, generalizando, con el Soul y todos sus derivados, gracias a los que nos mantenemos bailando hasta hoy, y también ocurre con el viejo Rock & Roll y sus dignos herederos, como quiera que se llamen.
Escuchemos ahora un tema que se puede encontrar clasificado como house o como techno, lo mismo da, pero está claro que fue creado para la pista de baile, es Mutate / Christian Smith, Wehbba (2014), en el que beat sintético se mantiene a unos 125 BPMs sin modificaciones. Sin embargo, desde el inicio, una serie de patrones rítmicos se van intercalando para generar groove, variando momentos de menor presencia con otros que buscan la expectación ante la llegada de un patrón ya reconocible y esperado por el bailarín. También hay otros elementos sonoros que aparecen a lo largo del tema alternándose en el beat, lo que genera la sensación de ritmo marcado aunque los sonidos del pulso base sean todos idénticos.
Los temas electrónicos son más manejables a la hora de incluirlos en una sesión de música para bailar ya que su métrica va a ser exacta y, por lo general, suelen permitir una modificación del tempo algo mayor que los temas de guitarras y cantados, lo que facilita que el DJ pueda mezclar dos temas que tienen BPMs similares modificando algo su velocidad, su “pitch”-
El jazz también puede servir como excelente base de baile. En el tema The sidewinder / Lee Morgan (1963) consigue, gracias al apoyo rítmico del piano o de la trompeta, según el momento, repitiendo una y otra vez dos notas, “chan-chan”, dar apoyo a una batería que funciona como un reloj durante sus más de diez minutos de duración a 152 BPMs, pero que, por sí misma, no es fácil de bailar porque el ritmo no está lo suficientemente marcado en determinados pasajes del tema. Precisamente por su longitud, quizás hay momentos en los que se consigue una mayor sensación de groove, momentos que se bailan de un modo más natural que otros. Ojo, esto sucede en muchas canciones. Cuando ocurre, es labor del DJ elegir convenientemente el momento de entrar y salir del tema. No hay ninguna ley que obligue a que los temas suenen en su integridad.
Otro buen ejemplo de ritmo y groove, tan claro como escaso en la discografía de Yo La Tengo, es esta locura llamada Periodically Double or Triple (2009) / 120 BPMs que, si se escucha, no necesita ninguna explicación. Es el juego perfecto alrededor del beat, con el órgano ayudando a marcarlo en uno de cada dos, una línea de bajo irresistible y un swing al cantar que supera cualquier resistencia. Una escucha y ya es para toda la vida. Lo dicho, irresistible.
También Arcade Fire pueden entrar en esta lista porque, aunque no es su manera de abordar canciones habitualmente, esta Chemistry (2017) / 88 BPMs, de su disco Everything Now, arrebata desde el principio por esa entrada de batería tan típica de las canciones de Reggae. Un inicio que sorprende, aunque lo sigue haciendo después al introducir no sólo ese “off-beat” del ritmo regga sino también guitarras poderosas. Un tema con algún BPMs más que los habituales de reggae clásicos al que la voz y los vientos lo hacen vital, alegre, divertido incluso. Una pieza que facilita pinchar a los Arcade cuando nadie lo espere y molar.
En la música disco, un estilo que directamente está orientado al baile, esta canción, East Coast Groove / Bohannon (1975), es un perfecto ejemplo. Seguramente porque Hamilton Bohannon era percusionista consigue marcar el ritmo alternando la intención en cada beat sin que el sonido de la batería sobresalga del resto de instrumentación. Un efecto de martillo sobre el oyente que no deja de seguirlo en todo momento a 132 BPMs. Por otro lado, los riffs son tan variados y encajan tan bien que el bailarín tiene constantes excusas para ir de uno a otro. Cómo se goza esta canción en la pista. El disco que la contiene, “Insides out” se editó en una época en la que no era fácil tener un hueco en la primera línea de la música de baile, área dominada por el “padrino” James Brown, seguramente el artista que más y mejores canciones perfectas para bailar haya hecho en la historia de la música popular. Sin embargo, Bohannon tenía su sello personal y ha dejado huella. Creo que se pueden escuchar ecos de él en Prince, por ejemplo.
Pasamos ahora a una canción que incluyó Bob Dylan en Modern Times, Thunder on the mountain (2006) / 153 BPMs, en la que consigue, dentro de una atmósfera repleta de guitarras, dejar claro el ritmo sin necesidad de marcarlo excesivamente, una canción que cabalga en el beat con naturalidad y soltura, y es el fraseo de Bob Dylan, tan cargado de groove como si fuera el dueño del mundo, el que da entrada y salida a todos los otros alicientes que, de modo imparable, se ofrecen al bailarín durante todo el tema. Tampoco este tipo de canción se suele escuchar en sesiones, aunque sería un aliciente, sin duda. Si suena algún día, disfrútala.
Un clásico de las sesiones de Fran Lenaers es este Eïsbar de Grauzone (1981). Después de la intro, una clara línea de bajo y un ritmo marcadísimo alternando en el beat a unos 135 BPMs, generando un ambiente frío, german style. A ellos se van añadiendo patrones que el bailarín disfrutaba ya en las discotecas de la ruta valenciana como si entendiera alemán. Y aquí un ejemplo de lo que mencionaba más arriba porque lo lógico es acortar la vida del tema en pista porque su parte final no es adecuada para bailar.
En la música techno, por su propia naturaleza, el beat está más presente que en ninguna otra, pero los buenos temas para bailar también contienen su dosis de groove. En Tresor de Bastian Bux (2016), el ritmo base golpea desde el inicio a unos 135 BPMs, marcando por igual cada beat, pero muy pronto aparecen contrapuntos alternando en el beat y líneas de sonidos superpuestos que consiguen una atmósfera llena de groove, con opciones muy variadas que hacen su baile sencillo, alegre, chispeante, pura diversión. Como muchos temas de techno, también tiene una paradita, que puede aprovechar el DJ para cambiar o dejar que genere expectación y, pasado ese momento, vuelva de nuevo al beat y permita hacer una mezcla de transición con otro tema de BPMs similares.
The Clash suelen estar presentes muchas noches con otras canciones, pero a mí esta es la que más me pone en el centro de la pista, con diferencia. Un hit en toda regla que lleva en el título su mensaje, Overpowered By Funk (1982) / 189 BPMs. Un trallazo que lo tiene todo, un inicio sobrecogedor, ritmo marcadísimo alternándose en el beat, más percusión añadida con bongos y palmas, guitarras y teclados imparables con patrones adictivos, voces orientadas claramente a remarcar el ritmo y varios momentos de menos carga instrumental que generan expectación para volver inmediatamente al beat. De libro. Atemporal. Ah, y no hay que dejarse impresionar por ese tempo tan alto de 189 BPMs porque la canción marca tan bien el ritmo que el bailarín se puede enganchar perfectamente a la mitad.
Para terminar con estos ejemplos, Franz Ferdinand, uno de los grupos de pop que mejor ha entendido la música para bailar en las últimas dos décadas. Feel the love go / Franz Ferdinand (2018) / 115 BPMs tiene un inicio poco poblado de instrumentos que podría enlazar con muchas otros temas que llevan una cadencia de 110-120 BPMs aproximadamente, y muy variados momentos con mucho feeling sobre esa base, donde el groove que consigue la voz es primordial, como en casi todo el pop, con un largo tramo en alto justo antes de un final en fade out. Perfecta también para mezclar y para bailar sin remordimientos.
Hemos revisado unos cuantos temas de muy diversos estilos y BPMs que contienen esa proporción variable de ritmo marcado y groove que los hace fácilmente bailables. Si uno escucha estos temas, tienen otra cosa en común, además de bailables son todos muy buenos. Ojo a esto porque es muy importante. Debido a esa carga de ritmo marcado y groove, por definición, los temas bailables son todos buenos.
Sin embargo, y lógicamente, no ocurre igual a la inversa. Los temas buenos no son necesariamente bailables. De modo que la guía que un DJ debe seguir en su selección de temas para bailar tiene que evitar, precisamente, que se incluyan temas por el simple motivo de que sean buenos, sin que cumplan con las premisas indicadas de ritmo marcado y groove.
Quiero aclarar que no se trata de ir buscando temas que nadie conozca o rarezas para eruditos, “sólo” hace falta que sean buenas canciones para bailar. Que no es poca cosa.
Y debería sonreír llegado este momento, porque conseguir que las canciones sean bailables no es tarea fácil en absoluto y los artistas no disponen de una clave, un método que puedan aplicar para crearlos. Más bien, lo habitual es que las canciones bailables escaseen en los repertorios, incluso entre los artistas o géneros más pródigos a crear temas para la pista.
Conclusión, los temas para bailar hay que buscarlos. Esa labor hay que hacerla porque, en la mayoría de los discos, sólo se encuentran temas aislados que cumplan, si es que los hay. Afortunadamente, eso sí, se pueden buscar en cualquier género musical y en cualquier época, y ya será decisión del DJ combinarlos si así lo quiere, aunque sean de estilos, épocas y BPMs muy diferentes.
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